lunes, mayo 21, 2007



Humeaban antiguamente
en los techos de este pueblo,
columnas negras
de carbón petreo.
Las lagunas del vecindario
estaba atestada de chicos
en trineos.
La madre salía a los gritos
con la cabeza colgando
de la ventana, para
avisar que el plato
también humeaba
apeado en la mesa.
El padre volvía del
trabajo, quitandose el
casco y el mameluco
como ultimo acto
laboral de la jornada
A veces revisaba
que las cuchillas del trineo
mantuviera su filo.
La casa del obrero
olía a oregano y el barro
todavía en los zapatos.
Así era antaño

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Jamendo

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